IrrigArte

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Esta es la historia de cómo una obra de infraestructura que iba a dañar la cara de un barrio y a poner en riesgo su economía se convirtió en una oportunidad para embellecerlo y hacer que los negocios florecieran

Por Luisa Reyes*

En una ciudad llamada Saint Paul, en Estados Unidos, el Gobierno decidió construir un tren ligero que pasaría por una vía principal. Eso, que en principio era una buena noticia, se convirtió en un dolor de cabeza para los habitantes del barrio en el que se encontraba tal vía, pues la obra duraría tres años en los que la comunidad estaría plagada de andamios, con sus calles intransitables, llenas de polvo, con un posible aumento de la criminalidad y, sobre todo, con la perspectiva de que muchos comerciantes se verían obligados a cerrar sus negocios. 

Para evitar que todo esto sucediera, en vez de oponerse a la construcción del tren, a un grupo de personas, apoyadas por la alcaldía de la ciudad, se les ocurrió una idea: movilizar las habilidades y la creatividad de los artistas del barrio para que plantearan soluciones innovadoras ante semejante desafío.

El proyecto se llamó Irrigate (Irrigar) y partió de la premisa de que los artistas, muchas veces subestimados, son un capital fundamental con el que cuentan las comunidades. Por eso en Saint Paul fueron tenidos en cuenta y no solo eso, se pensó en que ellos podrían tener la solución. 

Así pues, los músicos empezaron a ofrecer conciertos en esos negocios que estaban al borde de la quiebra; profesores de danza dictaron sus clases al aire libre; grafiteros hicieron murales; actores de teatro presentaron al público sus shows; y otros se encargaron de guiar tours (giras), incluso nocturnos, por todas esas atracciones.

De esa manera lograron reactivar los negocios y disimular los efectos visuales de la obra, o por lo menos hacer que la gente centrara su atención en otras cosas. Irrigate demostró que los cambios dentro de un vecindario son posibles cuando la gente que vive allí decide participar y dirigir esa transformación. Además, demostró los impactos positivos que los artistas pueden tener dentro de su comunidad, entre ellos:

 Cambiar narrativas: hacer que la gente viviera experiencias positivas en el lugar y que estas fueran cubiertas por los medios de comunicación llevó a que las personas cambiaran su forma negativa de pensar sobre el proyecto del tren ligero.

 Construcción de capital social: al conectar a los vecinos de formas creativas y vincularlos con proyectos locales, los artistas lograron crear redes sociales más fuertes, solidarias y comprometidas con su barrio.

 Aumentar la visibilidad de negocios: al inventarse proyectos que llevaran a la gente a los negocios locales, los artistas lograron darles visibilidad y evitar que tuvieran problemas económicos.

Los buenos resultados de Irrigate se tradujeron en que el proyecto se replicó en otras ciudades pues su fórmula ganadora deja una gran lección: los artistas juegan un papel fundamental en la sociedad y deben ser tenidos en cuenta a la hora de pensar en soluciones para los retos que se nos presentan, pues, ¿cómo, si no es con creatividad, vamos a resolverlos?

Aquí un corto documental sobre lo que fue Irrigate en Saint Paul:

* Editora de El Observador

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