{"id":1524,"date":"2020-04-21T21:30:01","date_gmt":"2020-04-21T21:30:01","guid":{"rendered":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/?p=1524"},"modified":"2020-04-24T21:18:43","modified_gmt":"2020-04-24T21:18:43","slug":"la-luz-y-las-tinieblas-en-ituango","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/la-luz-y-las-tinieblas-en-ituango\/","title":{"rendered":"La luz y las tinieblas en Ituango"},"content":{"rendered":"

Por H\u00e9ctor Abad Faciolince<\/span><\/p>\n

\"\"<\/p>\n

\"\"<\/p>\n

\"\"<\/p>\n

1.Las tinieblas<\/span><\/p>\n

Pude haber escrito sobre barras bravas en Medell\u00edn, sobre equipos de f\u00fatbol con buenos uniformes en el Quind\u00edo o sobre muchachos que se salvaron de ser \u201cfalsos positivos\u201d en Ciudad Bol\u00edvar gracias a un bal\u00f3n y una porter\u00eda. Pero no. Escog\u00ed ir a Ituango para esta cr\u00f3nica porque era uno de los pocos municipios de Antioquia que no conoc\u00eda, porque s\u00e9 de las altas dosis de violencia, desplazamiento y dolor que ha padecido, y porque all\u00ed hab\u00eda nacido Jes\u00fas Mar\u00eda Valle, un abogado valiente que reemplaz\u00f3 a mi padre en el Comit\u00e9 para la Defensa de los Derechos Humanos, aun sabiendo los riesgos que corr\u00eda. Ituango, me informaron, si bien era una regi\u00f3n muy golpeada por el conflicto armado, estaba viviendo un mejor momento gracias al acuerdo de paz y a la construcci\u00f3n de la gran hidroel\u00e9ctrica que all\u00ed est\u00e1n terminando, la m\u00e1s grande de Colombia. As\u00ed que, fiel a la divisa todo cronista serio (\u201csi no se va no se ve\u201d) emprend\u00ed el viaje hacia el conf\u00edn del norte del departamento. <\/span><\/p>\n

Los municipios terminales, o de frontera, son esos donde terminan las carreteras nacionales y departamentales. Les dicen \u201cterminales\u201d porque pareciera que m\u00e1s all\u00e1 no sigue nada. En realidad, sigue aquello que no se conoce bien, la <\/span>terra incognita<\/span><\/i> de los mapas, es decir, ese espacio que todav\u00eda no dominan ni el Estado ni los colonos, y que vive en una especie de condici\u00f3n de selva, un territorio en disputa por distintos poderes informales. M\u00e1s all\u00e1 de la cabecera municipal de Ituango siguen trochas para jeeps, unas cuantas decenas de kil\u00f3metros, luego caminos de herradura para mulas, y m\u00e1s adentro todav\u00eda, en el coraz\u00f3n del Paramillo, solo se puede avanzar a pie limpio porque ya ni las bestias pasan por lo cerrado que es el monte o lo abruptos que son los precipicios. Se entra en el terreno incierto de las fieras humanas o felinas, y en el terreno minado que nos dej\u00f3 de herencia la guerra. <\/span><\/p>\n

El largo camino a Ituango debe hacerse por carretera pues el peque\u00f1o aeropuerto que hubo all\u00e1 est\u00e1 cerrado por la desconfianza estatal a no poder controlarlo. Temen que sea usado por los narcos. Lo bueno de tener que llegar por tierra es que uno est\u00e1 obligado a subir hasta los 3.000 metros de altitud para luego descolgarse, entre cascadas, r\u00edos, torrentes y quebradas, hasta el ca\u00f1\u00f3n del Cauca. En pocas horas se pasa del fr\u00edo paramuno al calor de la zona t\u00f3rrida, y es posible atravesar lugares con historia, como Matanzas. <\/span><\/p>\n

Se cuenta que en este sitio, escrito as\u00ed, en plural, ocurrieron dos masacres que est\u00e1n en los or\u00edgenes de Ituango. La primera la cometieron los ind\u00edgenas, a manos del cacique Quim\u00e9, contra el gobernador Andr\u00e9s de Valdivia y sus hombres, el 10 de octubre de 1574. Meses antes Valdivia hab\u00eda atravesado el Cauca y hab\u00eda tomado posesi\u00f3n de las tierras a su orilla izquierda, ya que el rey Felipe II lo hab\u00eda nombrado Gobernador de Ituango y el Bredunco (nombre ind\u00edgena del r\u00edo Cauca). En ese peque\u00f1o valle hoy conocido como Matanzas fund\u00f3 \u00dabeda, en honor a su tierra natal en Andaluc\u00eda, ilusionado con el hecho de que los originarios del sitio, los nutabes, \u201cgente ni vencedora ni vencida\u201d, \u201cflecheros, carniceros y herbolarios\u201d, no le ser\u00edan hostiles. <\/span><\/p>\n

No fue as\u00ed, como bien puede verse. Quim\u00e9 lo mat\u00f3 con un golpe de maza en la cabeza que, dice don Juan de Castellanos, \u201cbaj\u00e1ndola con golpe tan horrible \/ le desmenuz\u00f3 casco, hueso y sesos: \/ cay\u00f3 lanzando sangre por la boca, \/ y el \u00e1nima sali\u00f3 de aquella c\u00e1rcel \/ mortal adonde estaba detenida.\u201d La segunda matanza llegar\u00eda, meses despu\u00e9s, de manos del nuevo gobernador espa\u00f1ol, Gaspar de Rodas, quien castig\u00f3 en el mismo lugar, con penas capitales, a gran n\u00famero de ind\u00edgenas, a quienes colg\u00f3 y descuartiz\u00f3 tras un juicio sumario. <\/span><\/p>\n

Como siempre en muchos territorios de nuestra rep\u00fablica hay una especie de \u201cpecado original\u201d que pareciera condenarnos a una violencia c\u00edclica. Resentimientos y venganzas nunca resueltos del todo; desconfianza y temor de los nativos hacia los extra\u00f1os, y de los forasteros hacia los nativos. Para explicar el fen\u00f3meno es posible remontarse hasta los tiempos de la conquista, como acabo de hacer, pero para no ir tan lejos baste se\u00f1alar que en el \u00faltimo medio siglo Ituango padeci\u00f3 el azote de los narcos, de varios frentes guerrilleros, posteriormente combatidos con sa\u00f1a por grupos paramilitares en complicidad con mafiosos y con el Estado. Como si la maldici\u00f3n de Valdivia y de Rodas siguiera viva, da la impresi\u00f3n de que Ituango se ha movido en el p\u00e9ndulo de la rebeli\u00f3n violenta y la \u201cpacificaci\u00f3n\u201d a\u00fan m\u00e1s violenta, como en un c\u00edrculo vicioso.<\/span><\/p>\n

La idea de esta cr\u00f3nica, en principio, era relatar la posible ruptura de ese c\u00edrculo vicioso, mediante los Acuerdos de Paz, por un lado, y por medio de las iniciativas de participaci\u00f3n y reinserci\u00f3n social basadas en el f\u00fatbol. El primer paso, para darle contexto a esta nota, consist\u00eda en visitar uno de los campamentos donde est\u00e1n los ex guerrilleros de las Farc, ahora en el tr\u00e1nsito hacia la legalidad. Lo que pas\u00f3 mientras nos dirig\u00edamos a ese campamento, que est\u00e1 en la vereda de Santa Luc\u00eda, fue lo siguiente: <\/span><\/p>\n

Despu\u00e9s de pasar por Matanzas llegamos a la plaza principal de Ituango poco despu\u00e9s del medio d\u00eda, en medio de una lluvia torrencial que convert\u00eda las calles en r\u00e9plicas amarillas y corrientosas del Cauca. Como ya llev\u00e1bamos seis horas de viaje, y faltaban dos m\u00e1s de trocha, nos tomamos un tinto r\u00e1pido y seguimos camino hacia Santa Luc\u00eda. Como bien se sabe, estas zonas (conocidas como ETCR -Espacio Territorial de Capacitaci\u00f3n y Reincorporaci\u00f3n-) est\u00e1n protegidas por dos anillos de seguridad, el primero del Ej\u00e9rcito y el segundo de la Polic\u00eda.<\/span><\/p>\n

Pasamos el control del Ej\u00e9rcito, donde nos dijeron que todo estaba en calma, y unos cuatro kil\u00f3metros despu\u00e9s, en la vereda el Quind\u00edo, antes del anillo policial, no pudimos seguir, pues nos detuvo un muerto: el cuerpo de un joven estaba atravesado en el camino. Nos bajamos a averiguar. Lo hab\u00edan matado hac\u00eda pocas horas, a las 10:20 de la ma\u00f1ana; ten\u00eda 24 a\u00f1os y trabajaba construyendo unos rieles en esa misma loma. Ten\u00eda el cr\u00e1neo deformado por varios balazos, y el cuerpo en una extra\u00f1a contorsi\u00f3n de dolor. Un cu\u00f1ado del muerto me dio m\u00e1s datos: se llamaba Eduar Mauricio Rodr\u00edguez, hab\u00eda nacido en L\u00e9rida, Tolima, en 1992, estaba casado con una joven de Ituango, Olga Liliana Chavarr\u00eda, de apenas 17 a\u00f1os, con la cual ten\u00eda un ni\u00f1o de 22 meses, Johan Santiago. El asesino, que lleg\u00f3 a pie, hab\u00eda ido directo hacia \u00e9l, encapuchado. Seg\u00fan este pariente, el asesino \u201cera delgadito, por ah\u00ed de 1,60 de estatura\u201d, y le dijo a su cu\u00f1ado: \u201c\u00a1Manos arriba, malparido!\u201d. Eduar, al ver que le apuntaban, se arrodill\u00f3, rog\u00e1ndole que no lo matara, que no deb\u00eda nada, que ten\u00eda un hi\u2026 y en esa palabra lo derrib\u00f3 el primer balazo de los seis que le dio. Lo \u00fanico que hizo el asesino, al irse, fue apoyar el \u00edndice sobre los labios. Al llegar a la curva de arriba dispar\u00f3 un \u00faltimo tiro al aire, desafiante. <\/span><\/p>\n

\"\"<\/p>\n

\"\"<\/p>\n

Cuando nosotros llegamos no hab\u00eda todav\u00eda ninguna autoridad en el lugar. La polic\u00eda tard\u00f3 otra hora en llegar. Los <\/span> agentes que vinieron, en grupo, reconocieron el cuerpo con cierta distante displicencia, e hicieron unas pocas preguntas, por cumplir. Una hora m\u00e1s se demor\u00f3 en llegar del pueblo una volqueta, y entre cuatro personas cargaron al joven muerto y se lo llevaron. <\/span><\/p>\n

Yo ya no quise seguir al campamento de las Farc. Sab\u00eda que el fallecido hab\u00eda trabajado all\u00e1 mismo, construyendo algunos edificios, y que sol\u00eda jugar f\u00fatbol en la cancha con sus compa\u00f1eros alba\u00f1iles y con los guerrilleros. Resolv\u00ed irme, en el mismo jeep que nos hab\u00eda tra\u00eddo, detr\u00e1s de la volqueta. El ej\u00e9rcito se dio cuenta de que hab\u00eda un muerto cuando pasamos con \u00e9l frente al puesto de control. Les pregunt\u00e9: \u201c\u00bfY ustedes no est\u00e1n pues para cuidar la seguridad, no dominan el territorio?\u201d \u201cS\u00ed lo dominamos\u201d, dijeron, \u201cpero es muy grande\u201d. Lo grave es que no sean capaces de controlar siquiera lo que pasa en la v\u00eda principal, a tres kil\u00f3metros de su ret\u00e9n. <\/span><\/p>\n

Al llegar a la vereda Las Cuatro, camino del pueblo, non encontramos con que hab\u00eda otro muchacho asesinado. El padre, la madre y varios hermanos lo hab\u00edan bajado en una hamaca hecha con costales y colgada de una vara. La polic\u00eda les mand\u00f3 la raz\u00f3n de que no sub\u00eda por all\u00e1, que lo bajaran. Despu\u00e9s de que tiraron el cad\u00e1ver, como un bulto m\u00e1s, en la misma volqueta, estuve hablando con el padre, a quien ofrecimos llevarlo hasta el pueblo en nuestro carro. <\/span><\/p>\n

Su hijo se llamaba Edison Goez Arango y ten\u00eda 28 a\u00f1os. La tarde anterior Edison hab\u00eda estado jugando f\u00fatbol con unos amigos. Aunque era rengo, le gustaba jugar. Al anochecer resolvieron volver a sus casas, pero \u00e9l se qued\u00f3 atr\u00e1s, por ser cojo. \u201cV\u00e1yanse adelante, que yo no ando nada\u201d, les dijo a sus compa\u00f1eros de juego. M\u00e1s tarde empez\u00f3 a llover y se oyeron disparos. Como est\u00e1 prohibido salir de noche, nadie lo fue a buscar. Por la ma\u00f1ana lo encontraron, tirado en una ca\u00f1ada. Ten\u00eda tres balazos, uno en el cachete; le hab\u00eda \u201cllovido encima toda la noche\u201d, dijo la madre. Cuando le pregunt\u00e9 qui\u00e9nes y por qu\u00e9, el padre enmudeci\u00f3. Al fin dijo: \u201cYa no hay nada qu\u00e9 hacer. Mejor uno se queda calladito o si no vienen detr\u00e1s de uno tambi\u00e9n. Toca quedarse callado y tragarse la tristeza.\u201d <\/span><\/p>\n

El nombre del padre es Iv\u00e1n de Jes\u00fas Goez Zapata; el de la madre, Beatriz Emilia Arango. Yo insisto con m\u00e1s preguntas y empiezo por el f\u00fatbol. \u201cEdison -me cuenta- jugaba rengo y la gente gozaba mucho con \u00e9l porque le gustaba mucho darle a la pelota y bregaba a hacer goles con su pierna coja. No usaba ni bast\u00f3n ni muletas ni nada. Como dejaba caer la cadera al correr, le dec\u00edan <\/span>culoevaca<\/span><\/i>.\u201d Le pregunto si su hijo no le hab\u00eda hablado de amenazas, seguimientos o algo. \u201cMe dijo que una tarde se hab\u00eda topado con gente que se tap\u00f3 la cara. A lo mejor pensaron que los hab\u00eda reconocido\u201d. El padre se queda en silencio, como pensando, y luego a\u00f1ade: \u201cHay que hacerle los gastos del entierro, porque botarlo no se puede.\u201d <\/span><\/p>\n

Seguimos otra hora detr\u00e1s del cortejo. Llegamos a Ituango, al hospital, y todav\u00eda los dejaron horas tirados en la volqueta. Ni la polic\u00eda, ni el ej\u00e9rcito, ni las autoridades civiles, ni nadie, mostr\u00f3 la menor alarma. Todo parec\u00eda normal y corriente. Cuando intent\u00e9 saber m\u00e1s, una joven me dijo: \u201cMientras menos sepa, m\u00e1s vive\u201d. Los familiares, sin llorar, confirman: \u201cVer, o\u00edr y callar. Si uno habla, vienen tambi\u00e9n por nosotros.\u201d<\/span><\/p>\n

Los dos j\u00f3venes muertos son noticia en el pueblo. Nadie averigua nada, nadie se alarma. Ni las autoridades civiles o los militares. El cura, en vez de ir a bendecirlos, se pasa las horas gritando desde un altavoz que tiene instalado en atrio de la iglesia, y por ah\u00ed vende boletas para una rifa de \u201cnueve novillonas y un torete\u201d, la cual se jugar\u00e1 por las \u00faltimas cifras de la Loter\u00eda de Medell\u00edn, al d\u00eda siguiente. <\/span><\/p>\n

Es entonces cuando recuerdo una frase le\u00edda unas semanas antes: <\/span>todo esto volver\u00e1 a ser selva<\/span><\/i>. En uno de los m\u00e1s extraordinarios libros de amistad y enemistad literaria jam\u00e1s escritos, <\/span>La sombra de Naipaul<\/span><\/i>, Paul Theroux la repite varias veces. Era as\u00ed como V.S. Naipaul, el gran escritor caribe\u00f1o, sol\u00eda comentar las situaciones m\u00e1s s\u00f3rdidas de sus viajes por el interior de Uganda: \u201ctodo esto volver\u00e1 a ser selva\u201d. Despu\u00e9s de casi presenciar esos dos cr\u00edmenes, ya en los bordes del Nudo de Paramillo, la frase regres\u00f3 n\u00edtida a mi memoria: \u201ctodo esto volver\u00e1 a ser selva\u201d. Y aunque el viaje era en jeep y no en barco, tambi\u00e9n me sent\u00ed cerca de <\/span>El coraz\u00f3n de las tinieblas<\/span><\/i>, quiz\u00e1 porque esa misma semana hab\u00eda rele\u00eddo el cl\u00e1sico de Conrad -en una impecable traducci\u00f3n de Juan Gabriel V\u00e1squez-. S\u00ed, mi bienvenida a Ituango hab\u00eda sido para ver la selva y las tinieblas.<\/span><\/p>\n

2. La luz<\/span><\/p>\n

\"\"<\/p>\n

\"\"<\/p>\n

Cuando dej\u00e9, ya de noche, a los dos j\u00f3venes muertos tirados como dos bultos de aguacates en el garaje del hospital, todav\u00eda en la volqueta, pens\u00e9 que mi cr\u00f3nica futbol\u00edstica hab\u00eda fracasado a\u00fan sin empezar. A ambos, al fin y al cabo, les gustaba jugar, y tanto, que el primero, Eduar, aunque hab\u00eda sido soldado profesional, jugaba de buena gana con los guerrilleros; y el segundo, \u00c9dison, as\u00ed fuera rengo, tambi\u00e9n jugaba, y quiz\u00e1 por el solo hecho de jugar hasta muy tarde lo hab\u00edan matado. El deporte, pens\u00e9, no les hab\u00eda servido de nada. No hab\u00eda sido escudo, ni salvaci\u00f3n, ni luz. <\/span><\/p>\n

Con ese \u00e1nimo deca\u00eddo, y casi sin ganas, me fui a comer con un peque\u00f1o grupo de maestros del pueblo, por una cita que me hab\u00edan agendado mis gu\u00edas en Ituango. Y ah\u00ed, conversando con ellos, sin apetito pero con sed de cerveza y aguardiente, consegu\u00ed que algo del alma y de las esperanzas me volvieran al cuerpo. Lo primero que hice fue contarles esa tarde de horror que hab\u00edamos tenido y mostrarles algo que llevaba en el bolsillo: una de las balas que hab\u00edan atravesado el cr\u00e1neo de Eduar Rodr\u00edguez. Yo la hab\u00eda recogido, usando un papelito como guante, del charco de sangre del muchacho, frente a los polic\u00edas. Todav\u00eda la tengo, m\u00e1s que como un recuerdo, como una forma de no olvidar ese horror que al parecer ya no horroriza a casi nadie en Ituango. <\/span><\/p>\n

Luis Palacio, <\/span>Lupa, <\/span><\/i>Gladis Zapata, su mujer, Mar\u00eda Victoria Zapata, la rectora del colegio Pedro Nel Ospina, y Edilberto G\u00f3mez, jubilado del magisterio, son los cuatro profesores con quienes converso. Despu\u00e9s de o\u00edrme, ellos me explican que por la zona transitan disidencias de dos bloques de las Farc, el 36 y el 18, nuevos grupos narcos y paramilitares, quiz\u00e1 tambi\u00e9n gente del EPL y del ELN venida de Urab\u00e1. Cuanto m\u00e1s se aleja uno del casco urbano m\u00e1s confuso es todo. Y el Estado no est\u00e1 presente o, cuando se presenta, muestra su peor cara. El Estado, si mucho, ser\u00e1n ellos, los maestros, que deben lidiar con ni\u00f1os en riesgo de irse con cualquier grupo armado, y que han sido v\u00edctimas de muertes y de amenazas en la propia familia. La rectora, Vicky, ya ha sido amenazada once veces por distintos medios. Ella ha denunciado incluso a miembros de la polic\u00eda por participar en el micro tr\u00e1fico de drogas para los estudiantes. Pero la rectora y los maestros aguantan, resisten, y con todas las dificultades que hay en Ituango, conservan el \u00e1nimo y me regalan algo de optimismo. <\/span><\/p>\n

Gracias a ellos, y a Jhonny Giraldo, coordinador de deportes de la Alcald\u00eda, y al entrenador de los equipos de f\u00fatbol del municipio, Edwin Posada, conoc\u00ed el caso de dos j\u00f3venes, casi dos ni\u00f1as todav\u00eda, que fueron el contraste y la luz de mis dos d\u00edas siguientes en Ituango. Me hablaron de ellas porque, despu\u00e9s de una colecta entre profesores, las hab\u00edan podido traer de sus veredas al casco urbano, de modo que pudieran entrenar en equipos de f\u00fatbol y al mismo tiempo seguir estudiando. Son, al fin y al cabo, dos muchachas llenas de talento futbol\u00edstico. <\/span><\/p>\n

Las conoc\u00ed a la ma\u00f1ana del d\u00eda siguiente. Una de ellas se llama Bibiana Tapias Areiza, tiene 15 a\u00f1os, y viene de la vereda Chontaduro. La otra es Evely Holgu\u00edn, tiene 16 a\u00f1os, y viene de la vereda Guacharaquero. Nos sentamos en una banca del parque, a la sombra del busto erigido a la memoria de Jes\u00fas Mar\u00eda Valle, asesinado por defender los derechos humanos. Ellas est\u00e1n reci\u00e9n llegadas al pueblo y se sienten contentas. Las han acogido en dos casas del pueblo que los maestros les ayudan a pagar. Ambas juegan f\u00fatbol de sal\u00f3n y forman parte de la selecci\u00f3n femenina de Ituango, que se ha destacado en torneos por todo el departamento. Ese domingo viajar\u00e1n a Itag\u00fc\u00ed, para un desaf\u00edo con ese equipo del Valle del Aburr\u00e1. La alcald\u00eda les dar\u00e1 el transporte y un refrigerio, y ellas ver\u00e1n como se rebuscan d\u00f3nde dormir.<\/span><\/p>\n

Las dos son alegres y de entrada me caen bien. Piensan que Dios les dio un talento, una oportunidad, y les gusta jugar en cualquier sitio de la cancha, menos de porteras. Cada una cuenta su propia historia sin dramatismo y con una sonrisa, como si fueran historias comunes y corrientes. Bibiana dice que su mam\u00e1 muri\u00f3 cuando ella ten\u00eda cinco a\u00f1os y que el pap\u00e1 se fue de Chontaduro a vivir a otra vereda. \u00c9l la dej\u00f3 viviendo con una hermana, pero esta no la trataba bien y el profe de la escuela de la vereda, N\u00e9stor Daniel \u00dasuga, que tambi\u00e9n es entrenador de f\u00fatbol, la acogi\u00f3 en su casa. Bibiana juega f\u00fatbol desde muy ni\u00f1a, dice, y siempre con hombres. Cuenta, orgullosa, que en Chontaduro no hay ning\u00fan hombre que le gane con la pelota. Un brillo en los ojos y una sonrisa p\u00edcara indica que es ambiciosa y se concentra en el \u00e9xito. Evely es hu\u00e9rfana tambi\u00e9n; al pap\u00e1 lo mataron en Cartagena, C\u00f3rdoba, hace cuatro a\u00f1os, y ahora ella vive con su madre, que la apoya en su pasi\u00f3n futbol\u00edstica. Ella tambi\u00e9n demostr\u00f3 su talento desde peque\u00f1a y cuando la vieron jugar en el pueblo, algunos profesores la apoyaron. <\/span><\/p>\n

Son buenas estudiantes. A Bibiana le toca estudiar en el turno de la noche: entra al colegio a las 6 de la tarde y sale a las 10. Todos los d\u00edas madruga a entrenar, por lo que no duerme muchas horas. Evely est\u00e1 en el turno de la tarde, de una a seis. Es buena en todas las materias, menos en matem\u00e1ticas. Vamos a la cancha a verlas jugar y en pocos minutos nos dan grandes muestras de su destreza con el bal\u00f3n. Tienen un gran dominio t\u00e9cnico de la pelota y son capaces de patear fuerte con ambas piernas. <\/span><\/p>\n

\"\"<\/p>\n

Esa misma tarde, en el campo de f\u00fatbol que fue remodelado por EPM, vemos jugar al equipo de los maestros contra un equipo de j\u00f3venes empleados. Entre los primeros est\u00e1 N\u00e9stor Daniel \u00dasuga, el profesor de Chontaduro que acogi\u00f3 a Deicy en su casa. Al terminar el primer tiempo le comento lo bien que juega su pupila, pero le consulto si no ser\u00e1 muy baja de estatura para llegar m\u00e1s lejos en el f\u00fatbol. \u201c\u00bfBajita?\u201d me contesta, \u201cantes es alta, con las hambres que tiene encima Bibiana.\u201d Quedamos en desayunar, para poder hablar con m\u00e1s calma al d\u00eda siguiente.<\/span><\/p>\n

N\u00e9stor Daniel es puntual y a las ocho estamos ya probando las deliciosas morcillas con huevos revueltos de Ituango, acompa\u00f1adas con chocolate caliente. Adem\u00e1s de profesor en la escuela de la vereda Chontaduro, de donde es oriundo, \u00dasuga es poeta, trovador y cuentero. Tiene dos libros publicados, que me trae de regalo, y un r\u00edo de historias en la cabeza. Primero se deshace de la m\u00e1s triste: a una de sus sobrinas, la m\u00e1s querida y peque\u00f1a, Michelle Dayana Rengifo, la mataron hace dos meses en el pueblo. Ten\u00eda apenas tres a\u00f1os, pero un facineroso le tir\u00f3 una granada a trav\u00e9s de una ventana. Por una vez, al fin, se conmovi\u00f3 el pueblo. <\/span><\/p>\n

Pasamos a su historia. \u00c9l fue profesor 8 a\u00f1os en otra vereda, Santa Rita, donde organizaba las \u201cFiestas de la Neblina\u201d, pues esta queda en una zona alta, muy nublada. De all\u00e1 lo echaron los paramilitares, una vez que casi lo matan. Los m\u00e9todos eran salvajes y N\u00e9stor casi prefiere no recordarlo; amarrado, varias veces, tiraron del gatillo con una pistola apoyada en su cabeza. De esos tiempos, de esa tortura china y de esos miedos viene lo que \u00e9l llama \u201cla enfermedad ituanguina del silencio\u201d. Y pesadillas, que \u00e9l olvida dando clases y jugando f\u00fatbol.<\/span><\/p>\n

En Chontaduro ahora, adonde volvi\u00f3, organiza las \u201cFiestas de la Tierra Dulce\u201d, porque en la vereda hay trapiches y es panelera. Para esas fiestas, y para los ni\u00f1os de la escuela, compone sus poemas. Lleva en el brazo tatuada una palabra, \u201cPoes\u00eda\u201d, y recita de memoria un par de romances suyos, uno dedicado a la mula y otro al caballo. Es poes\u00eda popular, con versos bien medidos, ali\u00f1ados con sabia picard\u00eda. Me gusta o\u00edrlos. <\/span><\/p>\n

En Chontaduro vio jugar a Bibiana, a\u00f1os atr\u00e1s, y supo de las tristezas y estrecheces que se padec\u00edan en la casa de su hermana. Por compasi\u00f3n, y por el ver el talento especial de la ni\u00f1a para el f\u00fatbol, la quiso acoger en su casa. La madre de \u00e9l la educ\u00f3 en los oficios m\u00e1s simples y en h\u00e1bitos higi\u00e9nicos. As\u00ed aprendi\u00f3 a ser aseada, comedida, organizada. Me cuenta que Bibiana siempre ha sido muy inteligente y rebelde. Por no dejarse mandar estuvo un tiempo sin ir al colegio, y \u00e9l tuvo que nivelarla. Y en la cancha la define como competitiva, guerrera y obsesiva. Si pierde bebe l\u00e1grimas amargas de decepci\u00f3n, dice, pero ha aprendido a perder. El profe y poeta \u00dasuga, con Bibiana y con todos los otros ni\u00f1os de Chontaduro, ha usado el f\u00fatbol como una forma de alejarlos de la tentaci\u00f3n de las armas y los grupos ilegales. Cuando los ve nerviosos, a principios de la adolescencia, aumenta los entrenamientos y los torneos, los obliga a ir a la cancha todos los d\u00edas. Los cansa, los deja exhaustos, y usa a veces partidos no competitivos, en los que ganan puntos los que se comporten m\u00e1s correcta y caballerosamente. As\u00ed aprenden a controlar la agresividad.<\/span><\/p>\n

Cuando estamos terminando de hablar se aparece en el restaurante uno de los maestros de la otra noche, Luis Palacio, <\/span>Lupa<\/span><\/i>, que me invita a visitar su casa. Es una especie de peque\u00f1o museo etnogr\u00e1fico y artesanal. <\/span>Lupa <\/span><\/i>talla la madera con arte, y recoge objetos precolombinos o vestigios del tiempo colonial. Le gusta llenar su casa de cosas bonitas. Si hasta en Ituango puede haber gente como <\/span>Lupa<\/span><\/i>, y como el poeta futbolista N\u00e9stor Daniel \u00dasuga, cuyos libros de cabecera son <\/span>F\u00fatbol al sol<\/span><\/i>, de Eduardo Galeano, y el romancero castellano, entonces es posible que todo esto no vuelva a ser selva. <\/span><\/p>\n

Hay una luz evidente en la historia de ellos, y sobre todo en la historia de esa quincea\u00f1era, Bibiana, rescatada de una vida destinada al abandono, la violencia y la miseria, solo por la bondad y el buen instinto de un maestro bueno. Si es verdad que, como dec\u00eda Le\u00f3n Felipe, \u201cse gana la luz como se gana el pan\u201d, en esta tierra de tradici\u00f3n tan violenta, en esta selva que tiende a las tinieblas, hay quienes nos devuelven la esperanza con poemas sencillos y encienden una luz con balones de f\u00fatbol. <\/span><\/p>\n\n\n

<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

Por H\u00e9ctor Abad Faciolince<\/p>\n","protected":false},"author":5,"featured_media":1530,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[21],"tags":[],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1524"}],"collection":[{"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/5"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=1524"}],"version-history":[{"count":6,"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1524\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":1542,"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1524\/revisions\/1542"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/1530"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=1524"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=1524"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/elobservadornoticias.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=1524"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}